“Voy navegando mares inciertos recordando vagamente un sueño.
Asomarme no me atrevo
a la gruta de mi deseo por si al hacerlo
rompo la magia del sueño. Hace tanto que la sueño, tanto,
que quizás no pueda hallarla nunca,
ni conseguir que ella me mire a los ojos. Tal vez, en este viaje vital, no me esté permitido el encontrarla y hablarle de lo mucho
que mi corazón la busca
para arroparla con su deseo. He visto su rostro entre las nieblas del amanecer tejido
con las fibras
enamoradas, pero cuando
guardarlo quise en mi memoria, el tiempo se detuvo para
mostrar la vanidad de mi desconcierto. ¡La echo tanto
de menos! Por ello,
a veces, me cuestiono
si será cierto
que existe un alma cercana
a la mía que sea capaz de borrar de mí la ausencia
y la frialdad de este navegar sin luna.
Tantas veces la soñé,
¡tantas!, que he acabado por
renunciar a la posibilidad de que un amanecer su
alma asome a mi vida y la llene de dulzura
y de certeza. Quizás sea un ser tan especial
que nunca vaya a fijarse en mí. Quizás
pase por mi lado y no desee hablarme ni tan siquiera una sola vez. Quizás nunca
alguien con tanta luz de mí vaya a enamorarse. Seguiré navegando mi destino
soñando que tal
vez un día el verso
se haga palabra
y se pose en sus labios
para que me sea sentida. Si ello sucede, mi alma se colmará de dicha, cesará el viento para envolver nuestros
destinos, y la luna tomará
de la mano al mar para hacer
un lecho en el que posar
nuestro encuentro. Las rocas que amurallan el
silencio del destino, abrirán su secreto para
disfrutar de la brisa de tu
alma y hacer luz en tu cuerpo.
Navegaré tu piel
eterna buscando donde
existe la llave
de tu risa, y así podré oírla
eternamente sin cansarme jamás de su música que alegre eleva mi corazón en la noche de la ausencia.
Eso es lo único que recuerdo de ti, lo que ha perdurado en mi vida tras vida. ¡Sí!, el eco de esa risa genuina que elevaba mis días y los teñía de alegría y de risueño batir
de alas. ¿Dónde estás ahora? ¿Qué barcos
navegarán tu mar? Quiero escuchar
tu risa evocadora de promesas, quiero
enredarme en ella, dejándome
vivir en su abrazo. No hay nada en este mundo que a ella equipararse pueda. Tu risa fue el motor de mi barco, y el viento que sopló las velas
haciéndome surcar mares
de dulzura. Quiero volver a la tierra prometida, quiero
regresar a tu risa. Confío
en que la providencia me guíe hasta
esa tu costa.
Quizás la luz de tus ojos alumbrar quiera mi alma y darme la bendición de tu risa.
¿Podré reconocerte entre la multitud sólo
con oír tu voz y tu
risa? ¿Será, tal vez, su solo sonido
el que me permita hallarte en esta vida? Mi mundo está
lleno de silencios que quieren robar
tu sonido, amurallan mi vacío y quieren
abrirse al paso de tu radiante
rosa lunar. Recuerdo
también la dulzura
de una piel
angelical que aleteaba el contorno de mis manos,
era un tacto alado que no he vuelto a encontrar nunca más...
Quizás recuerdo la eternidad hecha palabra en un cuerpo,
quizás sea sólo la ternura
que deja en mis dedos la impronta de un sueño.
Quizás sólo sea mi deseo de hallarte el que me hace pensar
que un día veré tu rostro asomar a
mi vida.
Me pregunto qué plan de navegación habremos
previsto, si es que hay alguno.
No me eches en cara que al dudar de nuestro
encuentro hice otros planes y no le hice sitio a la sorpresa del destino. Espero que comprendas mi dejadez humana
y me aceptes en este desierto
en el que he tejido
tu ausencia y la añoranza
de tu promesa. Sólo
te pido que me des tu luz,
si ello así
lo consideras conveniente, pues
sigo creyendo que
eres una estrella de sueño
inalcanzable. Déjame que te mire
en el sueño y bendíceme con el regalo de tu risa.
A veces, pienso
que no soy
digno de ti,
de un ser tan especial como
eres, ya que en la evocación del recuerdo, y en
el palpitar del sueño, te me apareces
como una suerte
de ángel cuya luz es única
e irrepetible. Muchas
veces he creído
oír el eco de tu nombre que un hado mágico haya
susurrado insistentemente a mi oído. Busco
sus sílabas para escribirlas en la
memoria, y sólo acierto a coger alguna
que otra letra
suelta.
Me pregunto a mí mismo: ¿dónde estarás?, ¿qué andarás haciendo ahora? Se me escapa el
perfil de tu rostro amado, creyendo a veces verlo
como una estrella
fugaz que se riese en mi
ventana al atardecer del sentido. Este desconfiar de la posibilidad del encuentro me hizo anclar
mi barco en tierras que un día creí
eran la única opción para
mi. No me juzgues por ello. Sólo
te pido que lo respetes y que me ayudes en mi naufragio de ancla a la
deriva. No he creído en mis sueños,
es cierto, pero...
¿cómo puedo creer en ellos si no consigo
abrazar tu presencia durante el día? Sólo
la noche, con su perfume,
me devuelve la posibilidad de tu
recuerdo. Quizás te amé en otras vidas,
y ello no me es permitido
en ésta, quizás... Han pasado muchas lunas y miro al cielo cada
noche preguntándome a mí mismo
en qué estrella habrás hecho nido.
Recuerdo retazos de sueños
en los que te veo brillar, y esa
risa tuya se repite como
un código estelar
de reconocimiento. Ella estalla en mi corazón como una
suave brisa que me fuese diciendo que existes en este plano y que ya está
cercano el encuentro. Pero...,
¿cómo podré recibirte? Sé que no podré darte todo lo que te mereces, aunque
te daré todo lo que esté en mi
mano. Eres mi sueño más adorado, eres mi tesoro eterno. Me enamoré de tu luz hace ya mucho tiempo,
tanto que su inicio se confunde con la creación de todos los
tiempos. Lo que por ti siento, aun desconociendo tu actual rostro, es tan raro en su sentimiento que nadie
ha conseguido equiparar su intensidad ni su
rara cualidad. No existe la felicidad sin ti, porque tú eres su
creadora. Sin ti mi mar está vacío de toda magia, y el agua no navega ni mueve
mi barco vital.
El recuerdo de un sueño prometido en otra existencia me mantiene a flote,
y soy capaz de amarte
en el silencio el resto
de mi vida. A nadie puedo contarle lo que eres para mí, porque se escandalizarían al saber que
estoy enamorado de una estrella de inalcanzable destello y de angelical piel en su manifiesto.
¿Dónde estás, dónde?
Aunque sólo sea en sueños,
ven a mi puerto y navega conmigo hasta que la brisa del mar se haga
silencio en tu pelo para que así sólo oírse pueda la magia de tu
risa en el eco de mi recuerdo.”
https://www.casadellibro.com/libro-la-reina-de-las-hadas-6-ed-las-ensenanzas-de-titannia/9788496079106/868322
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