martes, 22 de noviembre de 2016

LLÁMAME POR MI NOMBRE: AUTENTICIDAD

MI NOMBRE ES AUTENTICIDAD © Rosetta Forner Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es. © Jean Paul Sartre (1905-1980) Filósofo y escritor francés. Acostumbramos a vivir en la comodidad del personaje de supervivencia (coping persona), se nos hace difícil convencernos de que afuera se estará mejor. El miedo usa sus razonamientos seductores para animarnos a que nos quedemos en la ‘seguridad’ de los límites conocidos: ‘mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer’, o ‘más vale una mala relación que estar solo’. Poco a poco, nos acostumbramos a ‘estar abajo’, manera eufemística de decir que uno se acostumbra a sentirse inferior, yendo por la vida como pidiendo perdón por molestar y permiso para existir. La inferioridad no conviene a nadie, crea muchas molestias e incluso dolencias en el cuerpo físico (dolores de espalda de tanto encorvarse uno ante la vida o los demás en una manera simbólica de mostrar el sentimiento de inferioridad). De tanto repetir un comportamiento éste se convierte en anclaje. Se pide permiso porque se tiene miedo al ‘castigo’. En el caso de las personas que se relacionan entre ellas usando el ‘palo y el caramelo’, o sea, el premio y el castigo, el centrarse en la búsqueda del ‘premio’ implica que cada miembro de la pareja debe tratar de adivinar qué quiere el otro, cómo puede contentarle y no contrariarle. Nadie parece querer el ostracismo. Paradójicamente, el auto-ostracismo está sumamente extendido. Las personas se auto castigan al obligarse a ser, comportarse, fingir, pensar o decir lo que no es su verdad, o no se ajusta a su escala de valores y principios. En las escuelas no enseñan a ser fiel a uno mismo ni a ser sincero ni auténtico: la autenticidad es tildada de peligrosa. Desilusionamos a muchos. Cuando alguien se ha prefijado una expectativa respecto del otro, con toda probabilidad se le desilusionará. Aunque tratase de agradarle, no lo lograría. El énfasis se pone en ‘agradar’: esperar que los demás nos agraden así como dedicarnos a agradar al ‘partner’. Resultado: baja resistencia a la frustración. La gente se cabrea sobremanera con nosotros. Y, nosotros con ellos. Nos enfadamos con el Gobierno, con la persona que nos atiende en el supermercado, con el paciente, con el cliente, el cliente con el tendero, el profesor con el alumno, el marido con su esposa, la esposa con el marido… Formamos una cadena de desilusión. La frustración sólo trae soledad, amargura y auto-ostracismo. Seguro que te ha sucedido más de una vez, que sin tú saber por qué, alguien te ha retirado el saludo, o le ha hablado mal de ti a otra persona… Puede que le contrariases, y que tú lo ignores. Puede que, tratases de complacerle, y a pesar de los esfuerzos, te llevaste el mismo ‘premio’ que si hubieses optado por ser auténtico y fiel a tus principios. Es lo que tiene el no acoplarse a las expectativas del otro, o no ‘adivinarlas’. Puestos a recibir castigos de ostracismo, lo más sensato y productivo es dedicarse a quedar bien con uno mismo. Al menos, al proceder de ésta manera, nos quedará la satisfacción de habernos ajustado la sinceridad y la honestidad. Si sembramos congruencia, a la larga, los beneficios serán inmensos. Consecuentemente, no dejes la gestión del liderazgo de tu propia imagen ‘corporativa’ en manos de los demás. Las personas somos ‘productos’ y ‘empresas’ con conciencia y libre albedrío, lo cual, en ocasiones, añade dificultad a la tarea, y en cambio, otras la facilita. Atrévete a decidir ‘cómo quieres que los demás te perciban’. Mi recomendación profesional es que te encargues tú de ello, y te contrates como manager de tu propia campaña. ¿Cómo quieres que te perciban los demás? ¿Qué memoria quieres que guarden de ti en sus archivos? Si estás convencido de que no puedes influenciarles, o de que hagas lo que hagas dará igual, en lugar de ‘hacer por hacer’–en ajedrez se aconseja que, cuando uno no tenga claro qué movimiento hacer, que no haga ninguno-, reflexiona acerca de las consecuencias potenciales que esta postura pueda tener. En general, si puedo asegurarte, que una de las consecuencias será que siempre estarás a merced de los designios y caprichos de los demás. Ahora bien, si por el contrario quieres sentirte a gusto en tu piel, te sugiero que te emplees a fondo en averiguar lo siguiente: qué quieres pensar de ti, cómo quieres percibirte, y qué imagen quieres proyectar. La honestidad, a la larga, es la mejor compañera. A la corta, puede que no te abra puertas, pero a la larga, te abrirá las del Olimpo. Cuando logramos que alguien confíe en nosotros, cuando ese alguien se da cuenta e interioriza que somos de fiar, leal, es decir, personas cuya honestidad, sinceridad y autenticidad son ciertas, será nuestro mejor valedor, y fan incondicional. Asimismo, un camino de paz interior se abrirá en nuestro interior, y ya nunca más estaremos solos. El mayor de los beneficios es que serás capaz de darte cuenta de quién te aprecia de verdad, reconoce y honra al ser que eres. Al igual que serás capaz de desenmascarar a quien no te valora ni te aprecia, y quizá tan sólo busque aprovecharse de ti, o a aquel se relaciona contigo por lo qué representas (cargo, posición social, fama…etc.), pero no por el ser humano que eres. Al final del camino vital, sólo está uno y su conciencia. ¿Cómo te quieres sentir esta noche cuando te vayas a dormir? ¿Cómo quieres despertar mañana? No te calles ante el insulto y la falta de respeto de tu jefe, de tu cónyuge, de un amigo, de un cliente, o de alguien que se relacione contigo ya sea temporal o habitualmente. Una advertencia: no esperes halagos, parabienes, o felicitaciones. Muy al contrario, prepárate para la artillería pesada de la culpabilización, ya que no les complacerá que les pongas los límites. Quienes acostumbran a ir por la vida ‘sin ese tipo de límites’, es decir, sin respetar a los demás o tratándolos como si fuesen ‘objetos’ en lugar de personas, suelen andar escasos de responsabilidad, respeto, lealtad e inteligencia. Lo cual produce que estén ‘cero’ en empatía: al no ponerse en el lugar de sí mismos, no pueden ponerse en el tuyo. “La empatía bien entendida empieza por uno mismo”. Asimismo, esperarán que tú asumas la responsabilidad derivada de sus comportamientos. Ellos no lo harán, pues tienen por costumbre ‘transferírsela a alguien externo-. RECUERDA PRACTICAR O SER TODOS LOS DIAS UN POCO DE ESTA ‘FÓRMULA POTENCIA AUTENTICIDAD’: No negocies nunca a la baja. No toleres que te ninguneen o falten al respeto o se aprovechen de ti. Porque, aquello que permites, es lo que promueves. Exprésate. Haz aquello en lo que creas. Renuncia a lo que no te sirve. Muéstrate tal como eres. No quedes bien con nadie que no seas tú. Atrévete a vivir en sinceridad. Nada ni nadie en el mundo, se merece que pagues el precio de vivir una vida escondiendo de tu verdadero carácter en una personalidad de supervivencia (coping persona). Rompe la ‘camisa de fuerza’ y apuesta por el valor de la autenticidad.’

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