sábado, 26 de noviembre de 2016

¿Quieres ser VIPPS?

Todos nos hemos sentido proscritos alguna vez, acusados de esto o de aquello (reflejos incondicionados y nunca pedidos de asuntos propios de los redileros), apartados de trabajos o de contratos, dejados por parejas o por supuestos amigos que, cuando ‘teníamos’, a nosotros se acercaron y cuando ‘carecíamos’ de nosotros se largaron sin decir adiós.

 Todos hemos sido despedidos de algo, obsequiados con el ostracismo por no agachar la cabeza y decir ‘sí’ a maltratos de la dignidad.

 Todos llevamos heridas en el corazón producidas por alguien que nos equivocó el sentido y nos doblegó la voluntad.

 Todos nos hemos perdido alguna vez y nos hemos vuelto a encontrar.

Todos hemos perdido y hemos vuelto a ganar.

 Todos nos hemos sentido alguna vez perdedores hasta que una suerte de ángel nos contó que nada podemos perder mientras no sea nuestra dignidad lo que ha sido extraviado.

 Todos nos hemos creído infamias a cerca de nosotros mismos, mentiras que nos amargaron el latido del alma y nos cegaron la razón.

 Todos hemos sido obsequiados con la incomprensión de los redileros, esos que al no ser capaces de ver nuestra luz o percibir nuestra genialidad pretendieron condenarnos a la ausencia del intento, y arrebatarnos el derecho a ser lo que nos diese la ganar ser.

Todos hemos sentido la amarga presencia de la incomprensión, cuando alguien nos negó la oportunidad de demostrar la singularidad de nuestra alma porque no éramos suficiente ‘algo’ o no teníamos bastante de ‘algo’.

Todos hemos sido ‘patitos feos’ expulsados de algún club al que nunca debimos pretender pertenecer, porque ni éramos feos ni éramos patitos si no bellos cisnes de elevado vuelo.

Todos sabemos de la magia que tenemos en nuestras alas.

Todos hemos soñado alguna vez con tener un hada madrina, alguien de divina magia que con el solo agitar de su varita lograse convertir nuestras miserias en destellos de luz dorada donde los sueños acunar pudiesen su sentido.

Todos nos hemos enamorado de alguien ‘equivocado’ creyendo que no valíamos porque así nos lo hizo creer sin acertar a saber que los y las del club del redil no pueden amar porque tienen congelado el corazón, y ese ‘congele’ les duele hasta en las entretelas del alma pero no pueden admitirlo y conjuran su dolor acusando al otro/a de ser indigno de amor.

Todos tenemos sueños.

Todos tenemos un don, como poco.

Todos somos almas viviendo una experiencia humana la cual de nosotros depende el hacerla maravillosa o condenarla al club del redil.

Todos tenemos derecho a ser felices y a que se nos ame por y en base a nuestra esencia.

Todos tenemos la obligación de cuidar de nosotros mismos, de hacer todo lo posible por respetar nuestra singularidad y hacer que brille nuestra luz. Solo tenemos esta vida humana para ser vivida.

Cada vez es única. Tú escoges: humano o humanoide. Si vienes a la escuela, nunca más estarás solo. Somos muchos los de humana esencia por eso, precisamente, hemos creado nuestro propio club VIPSS: Valientes, Independientes, Preciados, Sabios y Sensitivos
Pídeme la luna http://www.planetadelibros.com/l-39961 vía @Planetadelibros

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